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La música con audífonos no «suena» tan divertido

Audición

Dr. German Pablo Sandoval

Otorrinolaringólogo


El trauma acústico placentero o recreativo ocasionado por el uso de los audífonos reproductores de música, superará en el mediano plazo el deterioro auditivo ocasionado por ruido laboral.

Los audífonos se han vuelto parte de la vida cotidiana. Sin embargo, el escuchar música con un volumen demasiado alto aumenta el riesgo de sufrir pérdidas auditivas e incluso llegar a la sordera.

Como consecuencia del uso frecuente y reiterado de estos dispositivos, los jóvenes de hoy serán los limitados auditivos del mañana con tinnitus o ruidos permanentes e intratables, cefaleas, alteraciones del sueño y dificultades de concentración y atención.

Entre los jóvenes el tiempo promedio de exposición diaria es de 1 hora con niveles de volumen que van desde los 60 decibeles cuando se escucha música con audífonos, hasta 80 db al usarlos en ambientes ruidosos como vehículos de transporte público, buses, etc; los reproductores de música MP3 pueden llegar a los 100 decibeles y otros aficionados a cierto tipo de música registran un volumen superior a los 110 db, indicador que equivale al ruido de una turbina a 2 cm de la membrana timpánica.

En esta acción existen tres tipos de auriculares: Los primeros son los más diminutos, se introducen totalmente en el canal auditivo y se denominan intracanal; los segundos que tienen forma de disco y el parlante queda sobre la oreja ocluyendo parcialmente el conducto del oído por lo que aíslan menos el sonido externo obligando al usuario a subir el volumen para compensar el ruido del entorno; y los terceros, menos empleados, son los auriculares externos de copa que permiten mejor fidelidad a más bajo volumen, pues aíslan el ruido exterior.

Esta exposición auditiva alta y frecuente, puede generar progresivamente la muerte de las células ciliadas del caracol o cóclea del oído, en un principio desaparecen las que responden al volumen más bajo, luego mueren las responsables de percibir el volumen medio y por último las que se estimulan con altas intensidades sonoras, todo esto será proporcional al tiempo de uso o abuso de estos dispositivos.

Aún es tiempo que los padres y maestros eduquen a los niños y jóvenes para tomar conciencia del problema de salud auditiva que se puede generar a futuro, y así evitar el incremento de sordos o limitados auditivos en el corto plazo, como consecuencia del uso inapropiado de estos dispositivos. No se trata de señalar como culpables a los reproductores de música, sino hacernos responsables del autocuidado para evitar la progresión a un daño auditivo o discapacidad que pueda disminuir considerablemente los niveles de audición y por consiguiente la calidad de vida.

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